Cada vez resulta más difícil hacer espacio a la “tarea” de autocuidarnos en nuestros estilos de vida “acelerados”, “futuristas” e incluso desconectados.
Me gustaría compartiros algo personal en este artículo. Hace ya algunos meses, me vi en la situación forzada de bajar una marcha, de ajustar el ritmo y tomar decisiones laborales que implicaban soltar y simplificar. Entre lo que definitivamente me ayudó a darme cuenta de lo que realmente necesitaba, estuvo que día a día, sesión a sesión, mis energías iban decayendo, me suponía mucho más esfuerzo estar ahí sosteniendo y acompañando el malestar de mis pacientes y, me sentía menos capaz de hacer mi trabajo con la responsabilidad y cuidado que creo que ellos/ellas necesitan y merecen. Comprendí que me estaba desatendiendo y desde ahí no alcanzaba a ser suficientemente útil en el terreno profesional.
Muchos y muchas de los pacientes a los que atiendo en terapia, llegan a consulta habiendo internalizado, desde muy temprano, un rol de cuidador/a. En ellos y ellas la tendencia suele ser responsabilizarse del bienestar y de las necesidades del otro, y dirigir continuamente sus energías a satisfacerlas incluso suponiendo un descuido y/o renuncia a las suyas propias. Como narra Anabel González en su obra “No soy yo”, estos aprendizajes que configuran los diferentes estilos de apego, reflejan el modo en que nos cuidamos cuando somos mayores.
La propuesta que te hago es comenzar a despertar la conciencia de cómo nos hacemos cargo de nosotros y nosotras mismas, para que desde nuestra parte más adulta, podamos reflexionar, responsabilizarnos y emprender los cambios necesarios que nos permitan cuidarnos más saludablemente. Esto no quiere decir que el proceso sea sencillo y que no suponga un coste.
A continuación, algunas recomendaciones para ir adquiriendo este compromiso personal y emprender acciones valiosas en esta dirección son:
✓ Escuchar las sensaciones y emociones que sientes
✓ Ser consciente de tus recursos y tus limitaciones para no sobrepasarlos
✓ Relacionarte contigo desde la amabilidad y la compasión
✓ Mostrarte flexible y ajustar tu rendimiento a tus energías
✓ Ofrecerle a tu cuerpo y mente el descanso y la pausa necesarios
✓ Hacerte cargo de las necesidades físicas, emocionales, interpersonales, etc., que aparecen externamente como en tu interior
✓ Atender responsablemente las necesidades más básicas en mi día a día
✓ Renunciar a la creencia de “poder con todo” (fantasía de omnipotencia) y aceptar tu condición humana que solo puede con algunas cosas
✓ Dejarte estar en la frustración y la incomodidad de “no hacer un poquito más” cuando estás agotado/a o simplemente no es realista
✓ Dialogar y conectar con una parte benevolente de la autoexigencia que te diga “así es suficiente” y “es lo mejor posible”
✓ Priorizar tu bienestar frente a la hiperexigencia
✓ Ser capaz de adaptar tus rutinas a las circunstancias
✓ Respirar, tomarte tu tiempo y respetar tus tiempos
✓ Permitirte lo que me sienta bien
✓ No exigirte soportar niveles de malestar, sufrimiento y/o estrés no saludables ni insostenibles
✓ Comunicar cómo te sientes, expresar cuáles son tus necesidades y limitaciones
✓ Pedir apoyo y/o cambios al otro y dejarte recibirlos, delegar y acompañar en tus momentos de fragilidad y/o vulnerabilidad
✓ Revisarte internamente con tu psicoterapeuta
En tu caso, ¿crees que estás consiguiendo encontrar un buen equilibrio a la hora de autocuidarte?, o por el contrario ¿encuentras dificultades para atender tus necesidades frente a las de los demás?
Acudir a terapia siempre es una vía maravillosa para colocar el foco en ti, sintonizarte con tu mundo interno, dirigir la conciencia hacia tus necesidades, otorgarles la importancia que merecen y trabajar en la transformación de los patrones de funcionamiento que te impiden acompañarte cuando lo necesitas.
Porque desde mi propia experiencia, personal y profesional, solo cuidándote es posible cuidar.
Alba Psicólogos
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